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Buena música, café, agua y una copa de vino serían bienvenidos en cualquier lugar relajado para visitar. Pero, en una barbería, estas delicias marcan la diferencia y atraen cada vez a más clientes interesados en un servicio personalizado y de alta calidad. Un ejemplo de ello es Senhor Barbeiro, en Oeiras, regentado por el brasileño Thiago Carvalho Spolidore, de 44 años, que invirtió en un ambiente climatizado, con plantas y “sin línea de producción”, como él mismo destaca.
Dueño de la barbería y único empleado, dice que la diferencia se sostiene en la reputación que ha ganado entre su clientela, lo que le da la perspectiva de crear sucursales en todo el país. El cliente Ricardo Schiova, de 56 años, residente en la región, asume que el buen servicio siempre cautiva al público.
Thiago dice que en Senhor Barbeiro no se atiende a más de 12 personas diariamente. Explica que el tratamiento de barba y cabello dura alrededor de 50 minutos, con el uso de productos exclusivos, a base de ingredientes naturales, sin conservantes ni aditivos que puedan provocar alguna reacción en los usuarios.
El estándar de calidad de la barbería lo define el propietario como un requisito que él mismo se impone para poder prestar una atención especial al cliente. “No me gustan las colas y no invierto en cantidad, sino en dar buen servicio y bienestar a quien viene aquí”, asegura el brasileño.
Dice con orgullo que tiene formación profesional en Brasil, Holanda e Inglaterra (Men’s Pire y Tony Guy), además de los cursos que realizó en Portugal. Una de las señas de identidad de Thiago es su forma de vestir relajada pero elegante, que aporta luminosidad al ambiente. El profesional y emprendedor explica por qué trabaja solo. “Hace diez años compartí el servicio con otro barbero, pero las diferencias en la forma de atender hicieron que cada uno siguiera su propio camino”, recuerda.
Para Thiago, no es fácil expandir el negocio, especialmente por la falta de personal calificado para realizar las funciones requeridas”. Sostiene que ese es su mayor reto, pero que, aun así, pretende abrir nuevas barberías en Lisboa y Cascais.
Resiliencia y logros
En la cadena de tiendas Barber Shop, en Lisboa, la vida cotidiana está marcada por diversas experiencias y muchos ejemplos de resiliencia y logros. Eso dice la barbera Aparecida Tavares, de 52 años, nacida en Jaboticabal, São Paulo, y que está en Portugal desde hace un año y medio. “Me mudé de Brasil con toda mi familia y, afortunadamente, la adaptación fue inmediata”, garantiza.
Cida, como la conocen en el trabajo, habla con facilidad de su familia. Con aire de satisfacción, cuenta que sus hijos Ícaro, de 19 años, y Tainá, de 25, su nieta Mavie, nacida hace tres meses, y su yerno, Guilherme, de 20, son trabajadores y están felices en el lugar donde viven. eligió vivir. “Portugal nos abrazó. Y yo, como profesional, hago lo que me gusta”, destaca. Para ella, el estilo brasileño de cortarse el pelo y recortarse la barba y el bigote cautivó a los portugueses.
En el caso del barbero Erick Hoffmann, 46 años, de Florianópolis, la trayectoria está marcada por idas y venidas. Destaca que, después de 24 años en Portugal, regresó a Brasil. Pasó 11 años al otro lado del Atlántico, pero en mayo pasado volvió a cruzar el océano para vivir en São Pedro do Estoril. Sus clientes son, en su mayoría, habituales del Cascais Shopping.
Erick comparte apartamento con amigos y admite que, a pesar de que los precios son más altos que en Brasil, Portugal es un buen lugar para vivir. “Siempre me ha gustado estar aquí, aunque los alquileres son altos y el coste de vida ha aumentado. Vivo cerca de la playa y tenemos seguridad, además del salario, que oscila entre 1.500 y 2.400 euros (R$ 9 mil y R$ 14,4 mil) mensuales”, destaca.
Bruno Almeida, de 28 años, nacido en Barreiro, Minas Gerais, lleva nueve años en la profesión, siempre en busca de conocimiento. “Así fue como a los 19 años obtuve mi primer título de barbero”, dice con orgullo. Dice que la familia es de origen humilde y vive en la región metropolitana de Belo Horizonte.
Lleva poco tiempo en Portugal, pero ya ha encontrado trabajo. “No es fácil ser inmigrante, pero ya he logrado algunas de mis metas. Antes de mudarme de Brasil, estudié cultura portuguesa y me preparé para afrontar posibles problemas, pero todo va bien.
Los barberos, en general, afirman que muchos clientes portugueses suelen llegar a los salones con fotos en el móvil de algunos cortes de moda, muchos de ellos lucidos por artistas y futbolistas. Y piden a profesionales que los reproduzcan. “Con creatividad, técnica y buen servicio conquistamos nuestro espacio”, dice Thiago, de Senhor Barbeiro.